Recientemente realizé un viaje a Estados Unidos en el cual tuve la oportunidad de compartir y aprender de varios de los mejores líderes del mundo incluído por supuesto el Dr. John C. Maxwell, mi mentor.

Lo curioso de este viaje es que el aprendizaje comenzó desde mucho antes de llegar al hotel; sucedió desde que iba en el avión.

Mientras iba en el vuelo aproveché para preparar una charla y mas o menos a medio vuelo, un caballero que iba a mi izquierda decidió entablar conversación preguntándome si era escritor. Ciertamente no lo soy pero fue un perfecto punto de partida para lograr su objetivo y desde ese momento mantuvimos una conversación durante lo que restaba del vuelo.

El caballero resultó ser un tico quien vive en Orlando, Florida desde hace muchos años; la conversación que tuvimos se tornó muy interesante pues incluso tocó temas relacionados a la charla que estaba preparando; fue un tiempo muy ameno que ayudó a hacer aún más corto el viaje a nuestro destino.

Cuando llegamos al aeropuerto, salimos junto a su esposa y continuamos conversando mientras realizamos el protocolo de aduanas e ingreso al país; al salir de ahí quise despedirme del caballero y su señora esposa pero fue mi sorpresa cuando este señor insistió en que no había necesidad de tomar un taxi y ofreció llevarme al hotel donde me hospedaría esa noche.

Viajaban junto a dos lindos niños (sus nietos) y bueno, realmente fue muy agradable seguir sientiendo el afecto de nuestra gente más aún estando en otro país así que acepté y muy amablemente me llevaron al hotel e incluso me compartieron sus números teléfonicos para que les llamara en caso de que tuviese alguna emergencia.

Acabo de regresar de mi viaje y al reflexionar en esta situación, me puse a pensar en el interés de este caballero por ayudar a un coterráneo desconocido y de manera totalmente desinteresada.

Comparto esta historia porque hoy día vivimos en un tiempo en el cual la desconfianza es la reina de las relaciones; donde desafortunadamente es cada vez más difícil ver a un extraño extenderle la mano a otro.

Que bonito se siente cuanto estando en otro país te encuetras con una persona de tu tierra; basta con ver a la persona y ya adivinas que es de tu país y sin importar que no se conozcan, no duden en hablarse entre sí y compartir historias o hasta ayudarse a sí mismos.

Mi pregunta es, por que razón nos cuesta tanto hacer lo mismo con la persona que tenemos al lado aquí en nuestro mismo país (cualquiera que éste sea en donde estés leyendo)? 

Por qué no extender la mano sin reservas a quien necesita ayuda sin tener que esperar a estar en otro país para hacerlo?

Se dice que el nivel más difícil de liderazgo es el liderazgo de nosotros mismos y se dice también que para ser buenos líderes hay que ser intencionales en nuestras acciones.

Quiero proponerte que comencemos a ser más intencionales en nuestras acciones y busquemos la manera de extenderle la mano a quien la está necesitando sin nisiqiuera esperar a que lo pida. Al final, todos somos coterráneos de un mismo planeta y todos necesitamos siempre de alguien que nos ayude, aunque empujándonos para seguir hacia adelante.

Espero llegar a ver a este Señor nuevamente para una vez más agradecerle su amable gesto; si no lo logro, quisiera pensar que de alguna manera le llegue este post y lo pueda leer.

Por lo pronto sé que deseo ser intencional para ayudar a otros como lo fue este señor conmigo; ahí comenzó la primera enseñanza de mi viaje.

Un abrazo mis amigos!

#liderazgo #motivación #autoayuda #ayuda   

 

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