Usualmente en mis conferencias consulto cual es el opuesto al éxito y un 90% de las veces la respuesta que recibo es “fracaso”. Quizá ya me ha escuchado decirlo o lo ha leído en algún otro artículo mío pero no me canso de repetirlo, el fracaso contrario a ser el opuesto al éxito, es cuando mínimo el hermano gemelo.

Así es, por paradójico que parezca, pensar en fracaso es de muchas maneras acercarse al éxito; sin embargo, esto que le digo, primero tiene que ser aceptado en la mente y ahí precisamente radica el principal problema.
Lamentablemente la sociedad, el entorno y la des-información se han encargado de ir programando nuestra mente subconsciente haciéndole creer que fracasar es algo malo y peor aún, en muchos casos haciéndole creer a la persona que fracasar le convierte en un fracasado.

La clave está en desaprender estas falsas creencias y “re-programar” nuestro cerebro haciéndole comprender que sin fracaso no es posible lograr el éxito.

¿Cree usted que un deportista podría romper un récord sin entrenamiento? y se ha puesto usted a pensar, ¿cuántas veces ha “fracasado” un deportista en su intento de lograr su objetivo previo al gran día? Sin esos entrenamientos y fracasos temporales, no sería posible moldear el carácter y desarrollar la perseverancia necesaria para alcanzar el éxito. De la misma manera ocurre en nuestra “carrera” al éxito.

Fracaso-ExitoTal vez ahora se pregunte, y ¿cómo hago para valorar un fracaso en el camino como una oportunidad para acercarme más a mi destino; a mi éxito? Yo diría que se requieren dos componentes; ya mencioné uno de ellos, el cual es la perseverancia; sin embargo hoy me quiero referir al otro componente, el cual es la esperanza.

Así es, la esperanza podría ser el ingrediente mágico antes de pensar en la perseverancia para lograr transformar esa situación de fracaso en una oportunidad de éxito.

Aún en los momentos más oscuros de nuestra vida, un rayo de esperanza es todo lo que se necesita para aferrarse a seguir luchando y entonces entra en juego la perseverancia.

La esperanza ha logrado sacar a muchas personas de una enfermedad donde los médicos no han logrado hacer nada con su conocimiento. La esperanza ha logrado reconstruir ciudades tras un desastre natural. La esperanza le permite a la persona sin empleo seguir intentando día tras día hasta lograr conseguir uno.

Primero es la esperanza y luego la perseverancia pero, ¿cómo desarrollo la esperanza?

Qué bueno que pregunta!

He de comenzar diciendo que no existe una receta; sin embargo, muchas veces lo único que se requiere es una frase, una palabra o incluso un recuerdo.

Justo anoche vi la película “Everest” donde relatan la historia de un grupo de escaladores y las penurias que pasan por alcanzar su sueño de conquistar la montaña más alta del mundo. No pienso arruinarle la película si no la ha visto aún pero déjeme contarle que hay un personaje que no logra escalar la montaña y debe detenerse a medio camino; luego de regreso una tormenta les acecha y él junto con otros compañeros quedan sin tanques de oxígeno y tendidos contra la nieve. Pasan como dos o tres días y las tomas muestran los cuerpos de varias personas sin vida; yo daba por un hecho que este personaje había muerto y sin embargo, poco después se ve una toma describiendo lo que esta persona vio en su mente en ese momento; su cuerpo estaba casi sin vida; y sin embargo, su mente trajo un recuerdo de su esposa y sus hijos divirtiéndose con él. Esa imagen, ese pensamiento le trajo esperanza y ésta a su vez le trajo a su cuerpo la fuerza de voluntad para reincorporarse y habiendo perdido sus manos y nariz congeladas por el hielo luego de tres días a la intemperie, logró levantarse y poco a poco avanzar hasta llegar al próximo campamento. Sus compañeros ya lo habían dado por muerto y ya le habían informado a su esposa; sin embargo, de la mano de Dios, un recuerdo, una palabra, una frase puede darnos la esperanza y fuerza para seguir adelante. Esta es una historia real y así puede suceder con nosotros si tan solo nos damos la oportunidad de ver hacia adelante, soñar y creer que es posible salir adelante.

La frase con la que titulé este artículo es una frase de Zig Ziglar y me pareció perfecta porque nos ilustra que equivocarnos y fracasar lo más que logra es desviarnos o retrasar un poco el tiempo de llegada pero en definitiva no es una calle sin salida.

Así pues, la próxima vez que se encuentre un obstáculo en el camino, que tome una mala decisión o que actúe para darse cuenta de que cometió un error, le recomiendo hacer una pausa, analice lo que sucedió y procure sacar el aprendizaje; si lo logra, encontrará el valor en cada situación y podrá re-programar el camino para alcanzar su objetivo; imagine ese fracaso como cuando programa un GPS y se encuentra una carretera cerrada. Eso no significa que es el fin del camino; simplemente toca desviarse y disfrutar de la nueva ruta.

Recuerde, el fracaso es el hermano gemelo del éxito y si se está preguntando ¿cuál es su opuesto? se lo revelo… el opuesto al éxito es la mediocridad.

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