Era una organización en crecimiento, el negocio iba bien y en el equipo había grandes talentos que hacían muy bien su trabajo. Como en toda organización, había retos importantes pero teníamos un gran equipo con el cual sin duda alcanzaríamos las metas.¿Esta listo para dejar ir a sus mejores talentos?

Entonces sucedió algo para lo cual realmente no estábamos listos, se instaló en el país una nueva empresa, la cual aunque era de un mercado distinto al nuestro, requería personal con las mismas características de nuestro equipo. No lo vimos venir y de repente recibimos una carta de renuncia; lo que no imaginamos es que ese era el inicio de un exhilio. En cuestión de días fueron tres, cinco, siete y así prácticamente la mitad de nuestro equipo.

Grandes talentos se fueron, las metas del año seguían en pie y la mayoría de nuestro equipo era muy nuevo. Este era sin duda, uno de los más grandes retos del año.

Los miembros del equipo que quedaron no veían de qué manera alcanzaríamos las metas sin los expertos que habíamos perdido; estaban asustados y preocupados…no era para menos!

En ese momento nos dimos cuenta de que no estábamos listos para dejar ir a nuestros mejores talentos o mejor dicho a nuestros talentos de experiencia. Nos dimos cuenta de la manera difícil y de forma reactiva tuvimos que encontrar la forma de minimizar el impacto y descifrar cómo alcanzar nuestros objetivos, mientras contratábamos nuevo personal y ajustábamos el rumbo de un barco luego de enfrentar una tormenta.

Ese año logramos mantenernos, reajustar posiciones y rumbo y como dice el refrán, “en río revuelto, ganancia de pescadores“. Con un poco de dirección, acompañamiento y mucha confianza logramos que nuevos talentos surgieran y descubrieran su potencial.

Ese año logramos salir adelante pero fue más por un buen proceso de contratación que por una estructura interna. Ese año aprendí que no teníamos un proceso de sucesión que nos permitiera prevenir algo como lo que nos sucedió. Es cierto, descubrimos grandes talentos en los colaboradores que quedaron en el equipo pero no de la mejor manera.

Desde entonces, aprendida la lección, comencé a trabajar en el desarrollo de nuevos líderes, llegué a tener no uno sino dos o hasta tres “team leads” que podían asumir perfectamente mi puesto y ellos me ayudaron a replicar esa formación desarrolando otros líderes internos que pudiesen reemplazarles ante cualquier movimiento. Lo mismo hicimos con puestos técnicos y otros roles dentro del equipo. Claro está que eso no sucedió de la noche a la mañana, nos tomó tiempo pero mientras avanzábamos en el proceso nuestro equipo se hizo más fuerte y comenzamos a trabajar en el desarrollo de los colaboradores para ayudarles en su promoción ya fuese dentro o fuera de la organización.

Luego de todo este proceso podíamos decir no solo que estábamos listos para “perder” a nuestros “mejores talentos”; sino que mas bien propiciamos el espacio para que esos talentos tuvieran la oportunidad de seguir creciendo; de esa manera, facilitamos el crecimiento de nuestros colaboradores, incrementamos la motivación y nos preparamos para enfrentar la próxima tormenta cuando llegara porque en nuestro mundo actual, no se pregunta si llegará la tormenta; sino ¿cuándo llegará la tormenta?.

Y usted, ¿está listo para dejar ir a sus “mejores talentos”?

Si considera que necesita ayuda para prepararse antes de que llegue su tormenta, recuerde que en Líderes Determinados estamos para servirle.

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