Un monje escribió hace más de 900 años:

“Cuando yo era joven, quería cambiar el mundo. Descubrí que era difícil cambiar al mundo, entonces intenté cambiar mi nación. Cuando descubrí que no podría cambiar la nación, comencé a enfocarme en mi pueblo. No pude cambiar mi pueblo y siendo un adulto, traté de cambiar mi familia. Ahora que soy un anciano, me doy cuenta de que lo único que puedo cambiar es a mi mismo, y luego me di cuenta de que si hace mucho tiempo hubiese cambiado yo mismo, podría haber hecho un impacto en mi familia. Mi familia y yo podríamos haber creado un impacto en nuestro pueblo. Su impacto podría haber cambiado la nación, y yo podría entonces haber cambiado al mundo.”

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