La mayoría de las veces, las mejores lecciones de liderazgo no salen de un libro sino de nuestro día a día y no hablo necesariamente de nuestras experiencias en el trabajo, sino de nuestra vida cotidiana.

Durante este fin de año tuve la oportunidad de salir de vacaciones con mi esposa y mi hijo y la verdad es que la pasamos muy bien; sin embargo, justo en el primer día de este año nos sucedió una situación que se convirtió en una enseñanza de liderazgo y que hoy quiero compartir con ustedes.
Luego de haber celebrado la culminación de un año muy exitoso y alegres de recibir este 2015 con la misma esperanza que estoy seguro lo recibieron ustedes, nos fuimos a descansar al hotel donde nos hospedamos; ese mismo día por la tarde saldríamos de Orlando hacia Miami a visitar a unos amigos y pasar el resto de nuestras vacaciones.

Justo cuando veníamos muy avanzados en el camino y más cerca de Miami que de Orlando, mi hijo revisó su mochila en busca de su compañero y gran “amigo” de viaje (un pingüino de peluche) y se percató de que no estaba; lo había dejado olvidado en el hotel.

Este pingüino era de mucho valor sentimental para él por lo cual la situación se convirtió en una tremenda “tragedia emocional”; mientas mi hijo lloraba casi desconsolado por su gran amigo perdido, yo manejaba a unos 100 Kms por hora en una autopista de cuatro carriles; a mucha distancia para devolvernos y en muy compleja situación para detenerme y conversar con él.

Conforme avanzamos, mi esposa y yo fuimos hablando con mi hijo y ayudándolo a calmarse, tratando de encontrar algo positivo en la situación (lo cual sinceramente no fue fácil).

Se preguntará usted, ¿que tiene esto que ver con liderazgo?… pues bueno, déjeme responderle su pregunta. Mientras todo esto sucedía, yo hice un recuento de la salida de nuestra habitación; tratando de entender cómo fue que se nos quedó nuestro cuarto acompañante.

Sucede que yo siempre salgo de último y doy una revisión completa a toda la habitación (incluyendo gavetas) para cerciorarme de que no se nos vaya a quedar algo olvidado y ese día no fue la excepción. Revisé cada rincón de la habitación y confirmé que no quedaba nada (según yo).

Al conversar con mi hijo tratando de comprender, nos contó que poco antes de salir mientras veía televisión, sacó al peluche y lo cobijó junto a él; al levantarse para irnos, olvidó a su amiguito y se quedó en la cama bien cobijado…

A mi me partió el corazón ver el sufrimiento de mi hijo al haber dejado su peluche y si bien ese pingüino era su responsabilidad, yo asumí la misma o más responsabilidad de esa pérdida pues aunque yo revisé la habitación, lo cierto es que nunca moví las cobijas para ver si algo quedaba por ahí. Eso me hizo pensar en las responsabilidades de un líder y lo que en las empresas “gringas” se conoce como “Accountability vrs Responsibility” (que traducido al español sería algo así como “Rendición de cuentas VRS Responsabilidad)

Personalmente reconocí mi fallo por no haber hecho una revisión un poco más exhaustiva de la habitación pues a pesar de que había tareas delegadas entre todos, era mi responsabilidad velar por todos y cada uno de nosotros y eso incluía un peluche con alto valor sentimental para mi hijo.

Cuántas veces se ve esto en las empresas? Creo que ejemplos hay muchos en donde se delega con gran facilidad pero el líder olvida (o tiende a delegar) la misma rendición de cuentas que le corresponde a él. Muchas veces por la falta de mayor atención a su equipo y a los detalles, el olvido de un empleado, una desatención o la falta de conocimiento provoca un impacto no solamente al empleado mismo sino al equipo completo y a su empresa.

Todo líder, conocedor de sus responsabilidades tiene la obligación de velar por que las acciones delegadas puedan ser cumplidas y aun cuando se cuenta con confianza de que así será, no debe atenerse (como en mi caso) a que se presenten los resultados sin haber participado antes de una revisión de los mismos con sus colaboradores para confirmar que todo en efecto esté bien. Si no lo está y se entregan esos resultados, quien debe asumir la responsabilidad es el líder; lamentablemente aún vemos en muchas empresas que para situaciones como éstas, sobran jefes quienes evaden esas responsabilidades y culpan al colaborador que falló y faltan líderes que asuman dichas responsabilidades y ayuden al colaborador a aprender de la situación y no volver a cometerla.

Yo aprendí mi lección y procuraré la próxima vez, no solo revisar más sino confirmar con mi hijo que lleve todas las cosas que corresponde en su mochila; espero que usted que tiene la gran responsabilidad de tener gente a cargo, también asuma su gran responsabilidad y que no le pase como a mí, que tuve que sufrir el dolor de mi hijo por su pérdida, y mi arrepentimiento por mi omisión.

Les deseo muchos éxitos en este 2015 pero recuerde que para lograrlos se requiere acción porque el éxito no llega solo y nadie se lo va a regalar.

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